Esta entrada está dedicada a la música de SUM.
Empezamos el trabajo de los ensayos en abril. Teníamos pocas cosas claras pero el libro Sombras de Suzy Lee nos servía de inspiración. Conservamos 2 cosas: la bombilla y el deseo de transmitir la alegría del proceso de creación, la alegría de jugar con la imaginación como juguete.
Así empezamos a desarrollar acciones y alrededor de ellas y viceversa una dramaturgia.
Quisimos estudiar con mucha atención el ritmo, el espacio emocional al que nos llevaban las escenas y las acciones que las actrices desarrollaban. En silencio.
Quisimos un máximo de concentración en torno a la acción, que no hubiera nada que contaminara nuestros impulsos, los ritmos y sabedores de la importancia emocional que imprime la música a la acción, decidimos dejarla fuera del desarrollo de la acción. Pero también queríamos no perder de vista al destinatario, queríamos que las acciones estuvieran claras, bien definidas, qué y desde dónde contar.
En muchas ocasiones, cuando estábamos más perdidas, o incluso para probar lo que creíamos aciertos, se reclamaba la presencia de la música desde escena, pero finalmente construímos todo el recorrido dramatúrgico en silencio.
Y llegó el día que estuvimos retrasando mucho tiempo y que tanto tiempo había ocupado nuestro pensamiento.
¿Qué música tiene Sum?
Porque tenía que tener música. Aunque hubo un momento en el que nos planteamos que la acción se desarrollara en silencio, tratando de generar un espacio sonoro que se basara en sus voces riendo, sonriendo, las respiraciones fuertes en las carreras, los suspiros, el ruido del cuerpo rozándose con el suelo, chocando con sus partes, con otros cuerpos….
Se nos va la pinza, sí…
La música tiene que cerrar el ritmo, el espacio emocional que se desarrolla en la acción. Lo define. Lo concreta.
Teníamos una ventaja a nuestro favor. Somos conscientes de que las personas que van a recibir la propuesta músical (y toooodo lo demás) son niñas y niños muy pequeños. Como siempre, su falta de prejuicios, nos permite asumir lo que desde la perspectiva adulta es percibido como espacios de riesgo. Jugamos con elementos sonoros «no convencionales» que incorporan elementos muy orgánicos, en su composición rítmica y en los elementos sonoros, que son comprensibles de forma intuitiva y se ajustan a la capacidad biológica de recepción de los bebés y sobre todo provocan estimulantes juegos sonoros y espacios emocionales. Los juegos sonoros y los espacios emocionales que potenciaran el juego de la acción.
Probamos desde la música contemporánea a jugar con propuestas sonoras basadas en el sonido de un único instrumento. Estuvimos a punto de generar la banda con temas de Kaija Saariaho… os dejo un ejemplo
Si os fijáis dibuja muchas posibilidades emocionales, los recorridos pueden ser muy libres y es por ahí por dónde nos apetecía investigar.
Incorporamos en el proceso el concepto de contradicción. Queríamos probar que la acción y la música elaboren propuestas antagonistas que finalmente generen un lugar único en el receptor.
Llamamos a una experta, a nuestra amiga Susana Jiménez Carmona, para que nos ayudara. Nos debíamos una oportunidad para trabajar juntas y esta parecía ser la ocasión.
Estábamos cayendo en lugares comunes que, además, no éramos capaces de gestionar. Supongo que nuestra falta de conocimiento no nos permitía incorporar las propuestas más adecuadas. A pesar de buscar elementos luminosos, aparecían en muchos de los momentos musicales, espacios que se apropiaban de la acción y la llevaban a territorios de los que no éramos capaces de volver. La música se imponía a la acción y pocas veces era al contrario. Desde luego y eso era lo que queríamos, no conseguiamos que sus antagonismos viajaran juntos. No nos estaba gustando cómo se transformaban las escenas con la incorporación de la música. No encontrábamos el camino para que se definiera el espacio en el espectador que necesitábamos.
Creo que todos los cortes con los que trabajábamos tenían un lado oscuro, melancólico, de sonoridades duras… y creíamos que una experta en músicas actuales (resumir el curriculum de Susana da para muchos blogs) podía ayudarnos a encontrar dentro de esta propuesta sonora, elementos que se acoplaran bien con la acción.
Se estudió la obra y nos hizo una propuesta chulísima, llena de luz y alegría con la que finalmente no nos atrevimos.
SUM no ofrecía el terreno necesario para explorar esa contradicción.
Tampoco para trabajar con una amiga. Encontraremos la ocasión en el futuro.
Os dejo unos ejemplos del universo que Susana nos propuso. Ella definió los momentos, pero yo os pongo toda la obra.
Teníamos que buscar por otro lado.
También queríamos ponérnoslo más fácil.
Este es un pensamiento muy dificil en Baychimo. Parece que no estamos cómodos transitando por caminos conocidos.
En este espectáculo, como en todos, tratamos que definir espacios de trabajo nuevos para nosotros. Por ejemplo, por primera vez en Baychimo, gracias a SUM, desarrollamos acción sin palabra y la palabra en Baychimo lo es tooodo. Enorme paso del que hablaremos en otra ocasión.
La agenda de Susana está muy llena y no pudimos seguir trabajando juntos, así que llamamos a otro amigo con el que ya hemos trabajado en muchas ocasiones: Javier Navarro de Luz. Diría que nadie en el mundo mundial ha escuchado más música y que tiene además, una capacidad para gestionarla inmensa.
Aquí lo dejo para que lo conozcáis, si es que hay alguien en el mundo que no lo conozca.
Es el señor de amarillo sentado junto a Arturo
Con él ya hicimos La Silla en Achiperre y en Baychimo El pequeño señor Paul y La Leyenda de Sally Jones.
Cuando pienso en él para que intervenga en nuestros trabajos siempre pongo en valor la capacidad de ver la escena, de reconocer enseguida lo que quieres contar, cual es el ritmo de la escena y de los grupos de escenas, de cual es el espacio emocional que se está queriendo desarrollar. Es pura eficacia. A parte de que ver cómo recibe la primera lectura del espectáculo, ver si le parece interesante, es un buen estímulo, una buena pista de que tenemos algo atractivo entre manos.
Antes decía que quería ponernoslo fácil. No en la complejidad musical, si no en ese juego de antagonismos del que hablábamos. Ahora queremos que la música y la acción sean amigas, se lleven bien nada más conocerse y que el viaje sea de apoyo mutúo.
Pedí a Javi que escribiera algo para esta entrada.
“El recorrido musical de la obra es vastante polimorfico, transcurriendo por piezas melódicas con gusto naif, ritmos serios vanguardistas, pasando por electrónica analógica modular 60’s’-70’s, Pop, Krautrock o Jazz experimental. Con artistas de la calidad de Yasuaki Shimizu, Diván Gattamorta o Don Cherry. Variada paleta sonora que contribuye activamente a un cohesionado de los distintos elementos narrativos y marca las dinámicas del juego que conforman el espectáculo”
Como él ya ha nombrado a los autores, recordadlos, conocedlos, disfrutadlos… no voy a poner los temas que conforman la banda, además de que aún quedan por ajustar un par cosas, lo suyo es que veáis el espectáculo para que gocéis de ese momento.
Estoy organizando otro pase con niños y niñas…. En el momento de escribir esta entrada Alberto Velasco ya ha definido la coreografía y el movimiento escénico y tb tenemos la música.
Necesito saber lo que piensan los niños.
Quiero ver cómo lo reciben.
Espero que podáis verlo pronto y hablamos….